11.12.2009

Bla, bla, bla

Y nos echamos tanto de menos que nos da por despegar en avenidas de pegamento, clavados por las rodillas.

Y en mitad del relámpago, te das cuenta de que es triste no poder compartir un minuto de felicidad casi plena. Triste y feliz, paradojas de los conciertos.
Qué poco me gusta ir por Embajadores de madrugada y qué gracia me hace ver a una pareja escupiendo su felicidad en un césped.

(Pensar que me perdí esto porque coincidía con otro concierto que al final se suspendió me hace apretar los dientes, mucho, y pensar que tuve que soportar que el maldito Xoel López berreara Copenhague me hace arrugar la nariz, mucho más)